Experiencias Liberales

NUESTRA SEGUNDA VEZ

Es nuestra segunda vez en un local liberal. En la primera, la experiencia fue positiva, aunque no tuvimos contacto físico con otras personas. Estuvimos alrededor de varias parejas y fuimos observadores y observados. Por parte de ambos se nos hizo algo más difícil llegar al orgasmo pero lo conseguimos ambos. No hubo acercamiento por parte de otras personas y conseguimos estar bastante cómodos.
 

Por ello, decidimos repetir. Nuestra segunda vez ha sido muy distinta a la primera. Ha sido en un local distinto, por lo que según entramos decidimos dar un paseo para conocerlo. Como ocurrió en el primer lugar, me sentí mirada e incluso aprobada. Según avanzamos ya había personas manteniendo sexo, otros mirando e incluso gente bailando y tomando copas. Todo en conjunto me hizo sentir bastante cómoda. Nos tomamos unos refrescos y decidimos entrar en una de las salas con puerta. En principio no queríamos estar en una sala común con más personas. Empezamos a besarnos y a tocarnos. Me penetró y hasta ahí bien. Pero empezó a entrar gente y a mirar y a mi marido la situación le hizo perder el ritmo por lo que decidimos parar.

 
A mí la idea de que me miren y se toquen siempre me ha gustado, pero hasta que no lo viví esta segunda vez no imaginaba cuanto, por lo que empecé a masturbarme. No pensé ni me planteé tener relaciones sexuales con otro hombre. Por mi estaba bien así, pero algunos chicos empezaron a acariciarme… Pensábamos que no estábamos todavía preparados para incluir a un tercero, hasta que mi marido, viendo que necesitaba más, invitó a un chico a participar.

Y ahí es cuando todo lo que he pensado imaginando o soñando me sobrepasó. Lo primero que sentí fueron sus labios chupando mis pezones. No me esperé ese acercamiento de primeras, unas caricias sí, por eso en un principio me tensé y miré a mi marido pidiendo aceptación por su parte, la cual recibí y conseguí relajarme.

Fue raro sentir unos labios y manos tocándome que no fueran los de mi marido, pero me volvió loca. Desde ese momento no pude pensar. Solo era mi cuerpo pidiendo y necesitando más, solamente eso.

Toqué su erección y al notar cómo palpitaba en mi mano solo pensé en ella en mi boca. Se tumbó y me situé encima para chuparla. Me sentí torpe e inexperta. No sabía qué hacer. Se me había olvidado todo. Solo sentía hambre por tenerla dentro de mi boca. Llegó a presionar hasta el fondo y me dejé, sin pensar en las arcadas o molestias que pudiera sentir. Solo me dejé hacer.

 

En un momento fui consciente de mi marido y quise chupársela a el también. El chico no lo pensó y se situó detrás de mi. ¡Dios! Qué sensación. Ni en mis sueños estaba tan excitadísima. Solo sentía placer allí donde tocaba. No fui consciente de si entraba más gente o no a la habitación, como luego me ha comentado mi marido. Solo sentía. Necesité cambiar de postura, necesitaba tenerlo entre mis piernas. Me situé encima del chico y me penetró. En una de sus embestidas al mirarle a la cara no pude ni quise evitarlo y le tuve que besar. ¡Dios! Estaba fuera de mí. Siempre me ha gustado el sexo con mi marido pero esto fue muy erótico. Saber que él estaba ahí mirando y viendo cómo perdía el sentido. Fue demasiado. El chico no aguantó más y se corrió dentro de mí. Yo no pude más. Necesitaba correrme, respirar y estaba sobreexcitada por lo que necesité tranquilizarme. El chico se fue y nos quedamos mi marido y yo solos. Entró más gente pero los rechazamos a todos. No podía. Necesitaba recuperarme. Y después de un rato seguir.

Nos fuimos para el jacuzzi para relajarnos y decidimos tomar otro refresco. Se fue mi marido y me quedé sola. A los pocos minutos entró el chico en el jacuzzi y yo no sabia donde mirar. No quería que se sintiera obligado a hablarme o a acercarse a mí por lo que acababa de pasar, por eso miré a otro lado dándole la oportunidad de que si me veía tuviera la opción de irse. Pero no fue así. Vino directo adonde yo estaba. Y ya estaba otra vez mojada. Me pidió que si me podía besar y yo no pude pensar en nada más. Así que de mi boca salió un sí, sin pensar en lo que mi marido se podía encontrar. Nos besamos y yo notaba que me volvía a perder notando su erección y sus brazos rodeándome.

Él notó la llegada de mi marido y se separó. Yo seguía en mi nube. No sabía dónde nos podía llevar esta situación así que intenté tranquilizarme. Después de hablar con él un rato le pidió a mi marido que si podía volver a besarme. Yo no pude reaccionar. Solo me dejé hacer. ¡Dios! Otra vez estaba igual, sin control sobre mí misma. Intentó penetrarme pero le dije que no y le propuse irnos a otro sitio. Aceptó y nos fuimos los tres. Lo que pasó en la habitación los tres solos, con la puerta bloqueada esta vez, todavía me calienta, me excita y me hace suspirar. Acabamos los tres exhaustos, no conseguíamos llegar al orgasmo pero éramos incapaces de dejarlo. Tome la decisión de chupársela mientras mi marido me penetraba por detrás, otra vez como al principio y yo perdida y desesperada. Cuando noté que se corría no quise apartarme y me lo tragué. Explicar cómo me sentí es difícil. Quería más, quería todo, me gustaba todo. El chico no sabia qué hacer y mi marido le pidió que nos dejara solos.

Gracias a mi chico, y masturbándome, conseguí llegar al orgasmo. Seguía sobreexcitada pero mi cuerpo empezó a tranquilizarse. Después de esto estoy llevando una semana muy extraña, confundida. No esperaba que me fuera a gustar tanto y que me perdiera de la forma que lo hice. En muchos momentos no pensé en mi marido. Sabía que estaba, por supuesto, pero no pude ser consciente de ello para hacerle más partícipe. Solo pude pensar en mí. Y eso ahora me hace sentir mal, egoísta. Lo hemos hablado y sé que por su parte está todo perfecto, que lo disfrutó tanto como yo. Es más, siempre hemos sido activos sexualmente pero desde esa noche lo estamos haciendo mínimo dos veces al día. Queremos volver a ir, pero me da miedo mi reacción, si me gustará igual o no o si esto puede cambiar mi forma de sentir el sexo.